Grabados Fernando Fernández:
90 años de historia y pasión por el grabado
Este mes de agosto celebramos nuestro noventa aniversario y por ello, te invitamos a conocer un poco de nuestra historia
Cumplir 90 años, es un logro que pocas empresas pueden presumir en México y en el mundo. Talento, ingenio, estrategia y arduo trabajo de varias generaciones tienen un papel vital en este acontecimiento, que en GraFFer se celebra con gran orgullo este 2019
Estamos de manteles largos, celebrando que desde 1929 somos una empresa mexicana reconocida más allá de nuestras fronteras, con un legado histórico sobresaliente y una oferta de servicios de la más alta calidad que nos distingue constantemente.
Fernando Fernández nació en Puebla en 1886; aprendió el oficio de grabador y se estableció en su ciudad natal, donde se casó en 1908. En plena Revolución, trabajó en la Oficina Impresora del Gobierno para el Movimiento Constitucionalista, encabezado por Venustiano Carranza, donde se convirtió en el Jefe del Departamento de Grabado. Ahí, según relata la prensa de la época, diseñó los billetes de uno y dos pesos que complementaron la serie de infalsificables en 1916 y numerosas estampillas postales. En esta oficina también estaba encargado de la adquisición de maquinaria y equipo, y a principios de 1918 fue comisionado por la Secretaría de Hacienda para hacerse cargo de los detalles técnicos de la impresión de los billetes del fallido Banco de la República Mexicana con la ABNC.
Reverso del billete infalsificable 1916
Timbre correo aéreo PRO-UNIVERSIDAD de 20 pesos serie del año 1934
Serie de HOMBRES ILUSTRES de 1916-1920, diseñados por Fernando Fernández
Posteriormente, estableció una compañía de importación y exportación de maquinaria y productos relacionados con la impresión de billetes, incluidos papel y tintas especiales, y continuó con el grabado en acero para éstos y otros impresos. A finales de la década de los veinte buscó establecerse en Nueva York y continuar manejando con sus hijos sus negocios en México, pero con la Gran Depresión se vio obligado a regresar a México y establecerse permanentemente aquí.
Hay un gran número de anécdotas interesantes que forman parte de la historia de Grabados Fernando Fernández, por ejemplo, allá por 1925, el padre de Frida Kahlo le había pedido a su amigo Fernando Fernández que aceptara a su hija en su taller como aprendiz de dibujo y grabado. Otra anécdota relevante es que él había importado unas prensas inglesas que en el siglo XIX habían servido para imprimir billetes de libras esterlinas, y que posteriormente fueron utilizadas para reproducir grabados de Francisco Toledo y José Luis Cuevas.
Tan involucrado como estaba en los impresos de seguridad, Fernando Fernández habría vendido a distintos países máquinas estadounidenses e inglesas para impresión de billetes con tecnología de punta, como Waite, W. H. Chapman & Co. Y Hoe & Co., y maquinaria de impresión fabricada por él mismo, como pantógrafos, tornos geométricos, máquinas de transferencia manuales e hidráulicas, etc. Él obtuvo una patente mexicana en 1939 por un tabulador de seguridad para cheques y dos patentes estadounidenses, una en 1941 de un aparato de impresión calcográfica y otra en 1944 de un método de impresión de placas. Con ese equipo en su compañía, debe haber sido uno de los impresores de seguridad mejor equipados en México.
Fernando Fernández y su hijo René
René Fernández trabajando en una máquina
Después de diversos intentos, Fernando Fernández logró establecer una relación profesional con el Banco de México, en los años sesenta, cuando el Banco de México decidió establecer su propia fábrica de billetes, no solo tenía que construir la planta y equiparla, temas en los cuales puede que haya estado involucrado, sino que también se tenía que diseñar los billetes, grabar las placas y capacitar al personal.
Los bocetos de los primeros billetes impresos en México fueron realizados por Reyes Santana, un diseñador capacitado años antes en el Instituto de Grabado Giori en Milán, pero los grabados fueron encomendados a sus maestros, grabadores europeos como el mismísimo Mario Baiardi, Reyes Santana colaboró también con sus diseños en la década de los 90´s con nuestra empresa para el desarrollo de timbres de seguridad para la S.E.P.
El primer billete fue el de 10 pesos, que ostenta el retrato del cura Miguel Hidalgo y Costilla, y varios símbolos de la Independencia, y precisamente la persona encargada de llevar el diseño a la Organización Giori para su grabado fue Fernando Fernández.
Es probable que los recibos fechados entre febrero y agosto de 1965 de estos archivos correspondan precisamente a los servicios profesionales por esta encomienda. Es así como Fernando Fernández, quien estaba convencido que su verdadera vocación era la de ser grabador e impresor de billetes, logró trabajar para el Banco de México. No se sabe si adicionalmente haya realizado otras actividades con el Banco de México, aunque su compañía, Grabados Fernando Fernández, imprimió el libro conmemorativo del 50 aniversario del Banco sobre el edificio de este instituto central en 1975.
La técnica de grabado fue una de las que hicieron famoso a Fernando Fernández, grabador mexicano que rápidamente fue ganando fama gracias a sus grabados, elegantes tarjetas de presentación e invitaciones. Su hijo Rubén Fernández, aprendió de su padre también el oficio de grabado, haciendo también del grabado un fino arte, ganando varios premios a nivel internacional y también incursionando en el tema de cheques para el banco de México.
Actualmente, GraFFer continúa con este legado, a través de un compromiso de excelencia y calidad en sus servicios de impresión y grabado, con técnicas tradicionales y de vanguardia del grabado hasta la última generación de impresión digital, satisfaciendo así las necesidades de clientes del sector privado y con más 300 instituciones educativas que hoy en día, hacen posible que Grabados Fernando Fernández continúe evolucionando en la historia de la imprenta en México.
GraFFer, a través del tiempo...
Algunos ejemplos de los servicios de GraFFer hoy día...
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Información e imagen: Revista UNAN Mayo Junio 2017 – Cedrian López-Bosch